Saltar al contenido
Verónica Victorio | Terapia Consciente > Blog > Sexología > Disfunciones > No estás rota: una mirada compasiva al dolor en las relaciones

No estás rota: una mirada compasiva al dolor en las relaciones

Dolor en las relaciones

Cuando sientes dolor, pero no se ve

Hay un tipo de dolor que cuesta explicar.
Un dolor que vive en silencio, en lo íntimo, en lo profundo del cuerpo.
Un dolor que se aloja en la vagina y que muchas veces es callado, ignorado o directamente invisibilizado.
Es el dolor que aparece al intentar una penetración. O al ponerte un tapón o copa menstrual. O al hacerte una revisión ginecológica.
El que arde, quema, cierra, se tensa o simplemente impide.
El que te hace sentir distinta, avergonzada, confusa.
Y en medio de todo eso, una pregunta silenciosa que se clava por dentro:
“¿Qué me pasa? ¿Estoy rota?”

El tabú del dolor en las relaciones

Muchas mujeres pasan años sin respuestas.
A veces acuden a ginecología y reciben frases como:
“Todo está bien.”
“Esto es psicológico.”
“Relájate y ya está.”
Incluso he llegado a escuchar frases como «Tómate unas copitas de vino y verás como se te pasa».

Y así, el dolor se convierte en algo solitario, invalidado, difícil de nombrar.
Te recomiendan acudir a terapia como si fuera algo menor, como si el problema estuviera solo en tu cabeza. Haciéndote sentir que «estás loca» o que te lo inventas.
Pero el dolor es real.
Aunque no se vea en una ecografía. Aunque no deje huella física aparente.
Y si ese dolor ha estado contigo durante años, claro que afecta a tu autoestima, a tu deseo, a tu forma de vincularte, a tu seguridad.
Y no, no es normal que te duela. Y no, no tienes por qué vivir una parte tan importante de ti con dolor, con molestias o con miedo. Mereces vivir tu sexualidad de manera plena, sana y sobre todo satisfactoria.

No estás rota. Estás protegiéndote.

La tensión, el cierre, el rechazo del cuerpo… no son defectos.
Son mecanismos de protección.
Respuestas aprendidas tras experiencias difíciles, miedo, trauma o simplemente ausencia de educación y acompañamiento respetuoso.
Tu cuerpo no está fallando.
Está hablándote desde un lugar profundo.
Y merece ser escuchado sin juicios.

La importancia de un enfoque integral

Sanar el dolor en las relaciones no es cuestión de fuerza de voluntad.
Tampoco de pensar en positivo, ni de probar una única técnica.
Necesita un enfoque integral y cuidadoso.
Y eso incluye:
— Una terapia psicológica que aborde el trauma, el miedo, la vergüenza y los mensajes aprendidos sobre el cuerpo y la sexualidad (como el EMDR).
— Una ginecóloga o ginecólogo especializado/a en dolor, que te trate con sensibilidad y sin minimizar lo que sientes.
— Una fisioterapeuta de suelo pélvico que entienda cómo se expresa el trauma en la musculatura vaginal y en la respuesta física.
Desde la psicoterapia puedo ayudarte a sostener el proceso, a mirar lo que hay detrás del dolor, a recuperar la confianza en ti.
Pero no soy la única pieza del tratamiento.
Y está bien que así sea. No tienes que hacerlo sola.

Sanar el cuerpo también es sanar lo que duele por dentro

Tu dolor tiene un origen. Y también puede tener un camino de salida.
No es rápido. No es lineal. Pero es posible.
Y no necesitas estar segura de todo para empezar.
Muchas veces, solo necesitas que alguien te diga:
“No estás rota. Podemos empezar por aquí.”

Yo también atravesé ese camino.
También sentí que mi cuerpo no respondía, que algo iba mal, que no podía hablar de ello sin vergüenza.
Sentía que estaba «rota» o «mal hecha» y me preguntaba constantemente «¿por qué a mí?».
Por eso hoy acompaño con respeto, sin presiones, desde un lugar donde se puede llorar, reír, dudar y sanar.
Si estás lista para comenzar este proceso, puedes escribirme o reservar tu primera sesión desde la página de contacto.
Con paciencia, con compasión y con Amor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *