Quizá llevas tiempo sintiendo que algo en ti no encaja del todo. Reacciones intensas ante cosas aparentemente pequeñas. Dificultad para poner límites, sentirte segura o mantener relaciones estables. Puede que incluso hayas pensado que “esto es lo normal” o que “algo está mal contigo”. Pero, ¿y si todo esto tuviera una explicación? El trauma complejo puede ser ese hilo invisible que une muchas de tus experiencias actuales. Y aunque no se vea, se siente… profundamente.
¿Qué es el trauma complejo?
A diferencia del trauma simple o de episodio único (como un accidente o una pérdida repentina), el trauma complejo no ocurre por un solo hecho, sino por una acumulación de experiencias difíciles sostenidas en el tiempo, especialmente durante la infancia.
Puede formarse a partir de situaciones como:
—Crecer en un ambiente emocionalmente impredecible o inseguro.
—Sufrir negligencia, críticas constantes o falta de afecto.
—Vivir con un adulto que tenía problemas emocionales o adicciones.
—Haber tenido que “hacerse mayor” demasiado pronto.
Muchas veces el problema no es solo lo que ocurrió, sino lo que no ocurrió: el consuelo, la protección, el apoyo emocional necesario para integrar esas experiencias de forma sana que nos faltó.

¿Cómo se manifiesta el trauma en la vida adulta?
El trauma complejo no siempre se muestra como un recuerdo claro. Muchas veces, se filtra en la forma en la que nos relacionamos, en cómo nos tratamos a nosotros mismos y en las emociones que nos desbordan.
Algunos signos comunes:
—Dificultades para confiar o vincularse emocionalmente.
—Autoexigencia extrema o sensación de no ser suficiente.
—Miedo al abandono, incluso en relaciones seguras.
—Problemas con la autoestima o identidad.
—Reacciones emocionales intensas (llanto, rabia, bloqueo) sin una causa aparente.
—Sensación de vacío, desconexión o “no saber quién soy”.
—Ansiedad, tristeza o síntomas físicos persistentes.
Muchas personas que han vivido con trauma complejo aprenden a sobrevivir adaptándose, silenciando necesidades o siendo “demasiado fuertes”. Pero esa fortaleza a veces es una armadura que pesa demasiado. Otras veces simplemente llevamos mucho tiempo (o toda la vida, incluso) en «piloto automático».
La buena noticia: el trauma se puede sanar
Sí. Aunque a veces parezca que “ya es tarde” o que el dolor es parte de tu personalidad, el trauma complejo se puede abordar, comprender y transformar. Con el acompañamiento adecuado, es posible reconectar con partes de ti que quedaron atrapadas en el pasado y empezar a vivir con más calma, presencia y seguridad.
Una de las herramientas que más utilizo para este trabajo es la terapia EMDR, que permite acceder a las memorias traumáticas de forma segura y facilitar que el cerebro complete el proceso de sanación que no pudo realizar en su momento. El trauma es como una herida emocional que no llegó a cerrarse bien y que, al ser tratada con cuidado, finalmente puede cicatrizar; y como tal, una cicatriz es el recuerdo de que algo pasó, pero ya no duele.
Un camino de vuelta a ti
Trabajar el trauma complejo no es fácil, pero sí profundamente transformador. No se trata de cambiar quién eres, sino de reconectar con lo que ya hay en ti, más allá de lo que te pasó. Con paciencia, compasión y amor, puedes volver a sentirte en casa dentro de ti.

¿Sientes que algo de esto resuena contigo? Si lo deseas, puedo acompañarte en ese proceso. Porque no tienes por qué hacerlo solo/a.
Pide tu primera cita ahora y empieza tu proceso.